"Un conocido un poco desconocido"

 

Ya pasaron cinco meses desde que nos enteramos de esa noticia. Cinco meses en los que todos los días yo junto a mi prima Alina, vamos a visitarlo cada día para intentar acompañarlo en este proceso tan angustiante.

Al llegar a su casa y verlo allí sentado en su silla mirando el cielo desde su balcón:

Me produce una tristeza inmensa ver como día a día se pierde un poquito más de lo que fue él– le digo a Alina.

Y sobre todo con nosotras  contesta mi prima.

Lo miro de vuelta.

Justo él quien nos cuido todos los días desde pequeñas, como si fuera un padre para nosotras dice Alina.

En ese momento, el señor que tanto queríamos y conocíamos me llama como a una desconocida:

Oiga usted niña ¿Me alcanza aquella máquina azul? me pregunta para que le alcance su máquina tan preciada.

Se pasaba la mayor parte de su tiempo allí sentado escribiendo.

Señorita, ¿Me daría los lentes que tiene a su lado con forma redonda para ponérmelos en los ojos?le pregunta a Alina, el hombre.

Se la pasaba escribiendo en esa máquina azul con tinta roja, cosas que el señor solo entendía. Siempre tenía sus lentes transparentes que él decía que eran redondos pero tenían una forma distorsionada  parecían redondos y cuadrados a la vez, su cabello de rulos algo despeinado al estar siempre o en la cama o en la silla.

Mi prima me pregunta - ¿Por qué se la pasa escribiendo en esa máquina?.

Porque va escribiendo  todas las cosas que hace o las que se acuerda que hacele contesto.

  ¿Para no olvidarse del todo?vuelve a preguntarme Alina.

Clarole digo, además fue lo que nos recomendó la doctora.

Después de un largo periodo de tiempo de ir a visitarlo todos los días, llegó el día en que ya no reconocía nada ni a nadie y nuestras visitas a su casa para verlo a ese señor tan querido para nosotras se acabaron. Ahora iba a estar en un lugar adecuado para su cuidado, alejado de nosotras.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Analisis de "Emma Zunz" de Jorge Luis Borges

El misterioso caso de Miley y los perros

Nota de lectura de “El hombre que se ríe”